lunes, 5 de octubre de 2009

thinking outrageously i write in cursive

Es Lunes. A todos nos caen mal. A menos que seas de los que creen que cada inicio es para emocionarse, en ese caso, podrìa insultarte pero no lo voy a hacer porque me da hueva. Porque es Lunes.
Pasé -casi- todo el fin de semana encerrada en mi casa. A excepción del Sábado, que prácticamente desde que me desperté hasta eso de las 8 de la noche estuve fuera de casa pero más que fuera, estuve de visita en un lugar bonito. Casi mágico. Rodeada de casi todas las personas que quiero más que a nada en esta vida y con una locación maravillosa. Hasta el color del cielo, las nubes bien formadas (chingos de formas, chingos y chingos) y verde por todos lados me hicieron sentir como fuera de mi vida por un ratito. Había calor pero del que no te emputa. Ese calor existe.

Una de las cosas más bonitas - y extrañas - del día fue ver a la mamá de Yazmín tan conmovida y emocionada por todos los años que llevamos de amigas. No puedo explicar con justicia lo emocionada que estaba. Mucho más emocionada que Yazmín y yo, que estábamos a medio despertar. 19 años de amistad. Bonito, ¿verdad? Y cuando pienso en toda la gente que quiero que lleva una cantidad similar de años por aquí, e incluso en aquella que lleva muy poco pero que se siente que han estado cerca toda la vida me pongo hiper feliz. Porque sé que quiero que estén ahí dentro de 20, dentro de 30, por qué no 50 años más. Quiero ver a todas crecer, tropezarse, reírnos, cometer errores terribles -aprender de ellos-, quiero noches de fiesta, noches de consuelo, quiero todo. Aún si mucha gente se va habrá cumplido su cuota. Porque la gente que importa, la que realmente hace una diferencia, deja su huella para siempre en el corazón.
Tengo la suerte de haber conocido a mucha gente maravillosa, y aunque muchos ya no están, la huella prevalece. Y con eso soy feliz.

Qué cursi mi actualización de Lunes en la mañana. Es todo lo contrario a lo que traigo dentro. Fue un fin de semana particularmente difícil y creo que haber pasado un día con mis amigas me dió fuerzas para poder empezar esta semana. Todo lo que hay adentro es tristeza, pero es como si me hubiesen prestado sus ojos para poder ver que las cosas van a mejorar. Que hay un camino, bueno no uno sino un chingo de caminos, adelante. Esperando por mí. Y que puedo hacer con el algo maravilloso.

Tal vez algo de lo que valga la pena bloggear.

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